Tras las huellas de Shackleton, en la Antártida, a bordo de un rompehielos
En 1912, en los astilleros de Framnæs, en Sandefjord, Noruega, se construyó un rompehielos que, en un principio, estaba destinado a llevar reducidos grupos de turistas adinerados o a expediciones de caza de osos polares por el Ártico. El nombre de la embarcación era “Polaris” pero, finalmente, los problemas financieros de los constructores hicieron que el buque fuera vendido al explorador anglo-irlandés Ernest Shackleton por 11.600 libras esterlinas. Lo primero que hizo Shackleton fue cambiar el nombre de la embarcación por “Endurance”, nombre relacionado con el lema familiar Fortitudine vincimus (Resistiendo venceremos).
La intención de Shackleton era realizar la “Expedición Imperial Transantártica”. El barco zarpó de Plymouth el 9 de agosto de 1914, con destino a Buenos Aires. Poco después y, antes de llegar a su destino, el Endurance quedó atrapado en el hielo en la bahía de Vahsel. Los bloques de hielo que aprisionaban al buque acabaron por aplastarlo y los miembros de la expedición se vieron obligados a realizar un viaje épico en trineo atravesando el helado mar de Weddell y posteriormente llegaron en un bote a la isla Elefante, en el archipiélago de las islas Shetland del Sur.
Una vez allí, reconstruyeron uno de sus pequeños botes y Shackleton junto con 5 hombres más y un pequeño sextante como única herramienta de orientación, navegaron a través de las peligrosas tormentas del Atlántico Sur y, a través del paso de Drake, hasta la isla Georgia del Sur en busca de ayuda. Una vez allí, atravesaron la cordillera que recorría la isla en tan solo 36 horas hasta alcanzar la base ballenera de Grytviken, donde consiguieron ayuda.
Los veintidós hombres que habían permanecido en la Isla Elefante fueron rescatados por un buque de la armada chilena el 30 de agosto de 1916. Toda la tripulación del Endurance sobrevivió a esta misión única en la historia de la exploración polar.
E. Shackleton
Más de un siglo después de la desaparición del Endurance, a principios de marzo de 2022, los restos del Endurance fueron descubiertos por una expedición realizada a bordo del buque S. A. Agulhas II. El casco de la embarcación estaba en un estado bueno de conservación, a aproximadamente 3.000 metros de profundidad y a unos 7,5 kilómetros de la posición en la que el capitán Frank Worsley registró su hundimiento, en el mar de Weddell en 1915.
Del Endurance al Magellan Explorer
Más de un siglo después de la increíble gesta de Ernest Shackleton, la Antártida sigue ejerciendo el mismo poder mágico de atracción sobre exploradores, naturalistas y viajeros que en el denominado séptimo continente pueden vivir una experiencia y descubrir unos paisajes únicos, diferentes de todo lo que hayan podido visitar con anterioridad en cualquier otra parte del mundo.
Los avances en los medios de transporte hacen posible que, hoy en día, podamos disfrutar del continente blanco en un aero-crucero. Consiste en partir en avión desde Punta Arenas, en la Patagonia chilena, sobrevolando el Cabo de Hornos y el tormentoso y temido mar de Drake para aterrizar ya en la Antártida de forma cómoda y confortable. Se trata de un vuelo privado de dos horas que nos va ahorrar la incomodidad de estar dos días navegando por el mar de Drake.
- Un vuelo privado de 2 horas nos ahorra dos días de navegación por el tormentoso mar de Drake —
- El Magellan Explorer tiene capacidad para 100 pasajeros y 60 tripulantes. Foto: Ana Carla Martínez —
- El Magellan Explorer, de 90 metros de eslora, ha sido construido siguiendo los últimos criterios de sostenibilidad. —
- Fotos: Tom Arban Photography Antarctica XXI
En la Antártida descubriremos lo mejor de los hielos del Sur a bordo del yate de expedición Magellan Explorer, más pequeño que los cruceros convencionales, lo que nos va a permitir poder llegar de forma ágil y eficiente a más rincones del continente blanco.
La Antártida es un lugar remoto y mágico con bahías con icebergs colosales, profundos fiordos e inmensos glaciares. En el verano austral un gran número de pingüinos, ballenas, focas y aves marinas se congregan a lo largo de la Península Antártica para alimentarse y reproducirse.
Podemos explorar el conteniente a bordo de pequeños botes, navegando en kayak por alguno de sus fiordos o realizando rutas de trekking siguiendo los pasos de los primeros exploradores que pisaron el suelo antártico, siempre acompañados de guías polares. Una experiencia exclusiva y única tras las huellas del Endurance de Shackleton.