Viaje por el Noroeste Argentino, el "NOA"
Llevaba mucho tiempo queriendo descubrir el noroeste argentino, una zona que aún conserva su identidad, rica en historia y donde la hospitalidad logra emocionar, y por fin he tenido la oportunidad de realizar un “road trip” que no me ha dejado indiferente.
El noroeste argentino, comúnmente conocido como NOA, se compone de una amplia región que integra las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero, representando más del 20% del territorio nacional.
En mi primera incursión por esta zona, tuve la oportunidad de recorrer en coche gran parte de Jujuy y Salta. Si te gusta conducir, integrarte en poblaciones locales y eres un amante de los paisajes, te invito a seguir leyendo para descubrir un viaje excepcionalmente escénico con todas las comodidades.
El NOA se caracteriza por sus extraordinarios paisajes, muchas veces contrastados entre sí. En mi ruta me encontré con cordilleras andinas, extensos valles y zonas extremadamente desérticas que suelen comunicarse por las conocidas como quebradas.
Mi viaje comenzó en Salta, … donde tomé el que iba a ser mi compañero de viaje, un Chevrolet que se alimentaría a base de nafta 95 (gasolina), mientras yo me dedicaría a degustar diferentes tipos de empanadas.
El primer trayecto me iba a llevar hasta Huacalera a través de la RN9, un camino de unas 3hrs 30min que me sirvió para ir descubriendo un paisaje, que a medida que me adentraba más en el norte, cambiaba cromáticamente por momentos, desde el amarillo de los campos en esta época al rojizo y verdor de las distintas formaciones rocosas. Huacalera es un perfecto punto de inicio, pues desde este pequeño pueblo, queda muy cerca dos de los mayores atractivos de la zona; Pucará de Tilcara y la famosa cordillera de los catorce colores del Hornocal.
Durante mi visita a Pucará de Tilcara, y de la mano de Horacio, un experto guía local, pude conocer un poco más acerca de los orígenes norteños. Este asentamiento compuesto de ruinas de origen pre-íncaico está situado en la Quebrada de Humahuaca, y era sin duda, un imprescindible en mi ruta. El “Pucará”, que significa fortaleza en la lengua Quechua, se utilizaba como punto estratégico para la defensa y resguardo de los cultivos de los tilcaras, una tribu local, cuya principal riqueza era la quinoa y animales como las llamas o guanacos, - ejemplares que he ido observando en su hábitat natural durante toda mi ruta.
Continuando hacia el norte, valía la pena hacer una parada en Uquía (20 minutos desde Tilcara), cuyo atractivo reside en la iglesia y en los lugareños que venden su artesanía en la propia plaza. Desde Uquía puse rumbo al Hornocal, posiblemente el cerro más impresionante del norte, donde el trayecto de subida por un camino de arena (50 minutos desde Uquía), merece la pena. Arriba me esperaba una imponente cordillera, no sé si de catorce colores, pero espectacular a 4.200 metros sobre el nivel del mar.
Esta formación calcárea de numerosos minerales, erosionados por el viento y la lluvia, deja a la vista sus colores en las laderas de las montañas. También llama la atención la forma: son triangulares, por lo que van zigzagueando a lo largo del cordón montañoso, cuya altura supera los 4.700 metros sobre el nivel del mar. Algunos dicen que las tonalidades de este arco iris son al menos 33, entre ocres, verdes, amarillos y blancos. Sin duda, la Serranía del Hornocal, que es como oficialmente se conoce, es uno de los paisajes más increíbles que he visto en esta ruta.
Tras disfrutar de las vistas, regresé a la RN9 para continuar hasta Purmamarca, desviándome sobre la RN52. Este pueblo es sencillamente mágico. Considerado como pueblo de paso, tiene el encanto de conservar la arquitectura colonial, las costumbres y las tradiciones de los pueblos quebradeños. Sus calles sin asfaltar, su colorida feria diaria de artesanías y las pequeñas tiendas locales que conviven en respeto hoy día con el turismo, hacen de Purmamarca un lugar realmente interesante donde el atardecer en su cerro de siete colores baña de color rojizo las calles de este pueblo situado a 2.324 metros sobre el nivel del mar.
Durante mi estancia en Purmamarca no podía dejar de realizar el paseo de los colorados, un circuito de 3 kilómetros que se realiza a pie disfrutando de los paisajes y formaciones geológicas del cerro. El recorrido del Paseo de los Colorados nace en el mismo pueblo y es una auténtica maravilla natural.
Al día siguiente me esperaba una de las experiencias que más me intrigaba, conocer las Salinas Grandes que pertenecen tanto a la provincia de Jujuy como a la de Salta, siendo el cuarto salar más grande de Sudamérica.
Las Salinas Grandes de Jujuy
Atravesando la Cuesta de Lipan por la RN52, fui dejando a los lados de la carretera las que probablemente fueron las formaciones con mayor variedad cromática, tonos amarillos, verdes, rojos, y marrones dieron paso a un paisaje totalmente diferente y blanco, había llegado a las Salinas Grandes. El origen de las salinas es volcánico de hace aproximadamente 10 millones de años, cuando chocaron las placas tectónicas del continente con el Pacífico. Al erupcionar los volcanes toda el agua mineralizada, aguas saladas y rocas fluyeron como ríos quedando atrapadas en esta cuenca, que tras la evaporación formaron las salinas.
En la minúscula aldea de Tres Morros (15’ de Salinas Grandes) me esperaba Facu, salteño y parte del personal de Pristine Camps, quien me llevó en 4x4 por un paisaje infinitamente inmaculado. Al llegar al campamento, la intriga que tuve al comienzo del día, dejó paso a la incredulidad de semejante lugar.
Pristine Camps es un campamento único, no solo por encontrarse en mitad de la nada en una salina, sino por ofrecer un servicio exquisito en lo que a comodidades y gastronomía se refiere ¡es una experiencia inigualable! El campamento cuenta con 4 capsulas dobles, pudiendo albergar en dos de ellas a dos adultos más un menor, por lo que el total de huéspedes a plena capacidad es de 10 personas.
Todo el personal de Pristine es local, el equipo de cocina, bajo la dirección de la chef Mariana García del Río, evoca los sabores y aromas del norte argentino con productos de primera calidad, de los que pude disfrutar en un almuerzo maridado con vinos de la Bodega Colomé. La experiencia continúa con la posterior visita con los guías de la comunidad de Aguas Blancas a los piletones de sal.
Este campamento de lujo es un icono de hotelería sostenible de vanguardia creado bajo un modelo de economía circular, donde se prioriza la cultura, los recursos humanos, el paisaje prístino y el servicio de primera categoría aplicado a un concepto de excelencia de Luxury Camps.
- Pristine Camps está formado por un campamento de domos 100% sostenibles —
- El interiorismo es de estilo norteño, donde los colores y las texturas rememoran los paisajes de esta región de Argentina. —
- Este es el mejor lugar para conectar con el silencio infinito del desierto que conforman las salinas —
- La mejor época para disfrutar de este campamento es de abril a noviembre
Después del espectacular descubrimiento de las Salinas, regresé a Purmamarca, donde haría noche antes de continuar hacía “el sur del NOA”.
El “sur del NOA” al que me refiero son Cachi y Cafayate. Es importante tener en cuenta que, aunque las distancias no son extremadamente amplias en kilómetros, y que en la mayoría de la ruta encontré muy buena infraestructura asfaltada, hubo tramos por carretera de arena y piedra, como sería el caso hasta Cachi, por lo que la mejor opción fue realizar un alto en el camino hasta Cachi, concretamente en Salta y en uno de las mejores estancias de la zona, si no la mejor, House of Jasmines perteneciente a la cadena Relais Chateaux, un ejemplo de arquitectura y remanso de paz.
A la mañana siguiente solo me separaban 153km hasta Cachi, pero como decía, este tramo es algo más complejo por lo que fue, en aproximadamente 3hrs30’, cuando alcancé esta pequeña localidad ubicada dentro de los Valles Calchaquíes (provincia de Salta). Durante el trayecto, fui descubriendo un paisaje mucho más verde al que acostumbré a encontrar en las zonas de Huacalera o Purmamarca del comienzo. Me hice fuerte en la famosa Cuesta del Obispo, para adentrarme en el Parque Nacional de los Cardones y su infinita carretera hasta Cachi, rodeada de imponentes montañas de más de 5.000 metros de altitud, muchas de ellas aun con nieve y de guanacos en plena libertad a los lados de la carretera.
La arquitectura de esta pequeña ciudad es principalmente de estilo colonial español con casas de adobe pintadas de blanco. Es en la Plaza Central, donde se encuentra su iglesia y la vida cotidiana tiene lugar, y donde de nuevo, convive en armonía con un turismo incipiente. La iglesia de Cachi, declarada Monumento Histórico Nacional, data del siglo XIX y conserva parte de los elementos de su interior en madera del cardón.
Desde Cachi, comenzaría lo que iba a ser el último tramo de este increíble “road trip”, Cafayate y su imponente decorado al más puro estilo del oeste. A través de las RN40 y dejando atrás los Valles Calchaquíes, me esperaba esta localidad reconocida por sus viñedos, excelentes vinos y bodegas donde se cultiva uva de tipo torrontés.
Cafayate es la ciudad más importante dentro del circuito de los Valles Calchaquíes, aún conserva características de su arquitectura colonial como pude comprobar en sus empedradas calles y en su iglesia. Cuenta con grandes atractivos particulares, el molino de maíz del siglo XVII, su Museo de la Vid y el Vino y los imponentes hikings como el Cañon de la Roca o el del Paso… ¡sencillamente espectaculares! No podía dejar de conocer más acerca del vino de esta zona, y mi suerte fue descubrir en “Burbujas de Altura” a una familia que produce su propio vino.
Sin duda, el NOA es una de las rutas más espectaculares que a lo largo de mi experiencia, visitando distintos destinos, y sin ánimo de desmerecer ninguno de ellos, más me ha aportado. El NOA es sencillamente mágico y ofrece al que lo recorre la oportunidad de sumergirse en la Argentina más pura y tradicional… ¿quieres saber más?, te lo cuento…