Jordi Serrallonga: "Viajar te permite ver que hay otro mundo fuera del tuyo"
Escuchando el tono pausado y sabio de las historias de Jordi Serrallonga acerca de sus viajes, es fácil imaginártelo como el profesor de arqueología Indiana Jones que luego se calza unas botas y con su sombrero Fedora y su pipa se va a explorar remotos lugares de su amada África para reencontrarse con sus amigos de la tribu Hadzabe o a recorrer, una vez más, las Galápagos tras las huellas de su admirado Darwin.
El hábitat natural de este arqueólogo y naturalista de esencia viajera y alma exploradora seguramente está muy lejos de lo que él denomina la “jungla del asfalto”, pero, cuando está en la ciudad, rodeado de sus libros y colección de exploradores Playmobil, aprovecha para hacer lo que más le gusta después de viajar, que es enseñar, investigar y escribir.
¿Quién es Jordi Serrallonga?
Me considero un primate nómada domesticado por la cultura. Soy arqueólogo, naturalista y explorador. Y me siento explorador en el sentido que, para mí, la exploración no va asociada solo a las grandes expediciones de antaño o a aventuras que impliquen cruzar océanos o escalar la montaña más alta del mundo. Un explorador puede ser alguien que, gracias a su capacidad de observar el entorno, acabe encontrando especies animales o vegetales o restos arqueológicos, aunque sea cerca de su casa.
¿Cuáles son tus referentes viajeros y exploradores?
Sería una lista bastante larga pero, si tuviera que elegir a aquellos que hicieron que me dedicase a lo que me apasiona, mi principal referente sin duda es Charles Darwin. Alguien que después de cinco años de viaje y que embarcó en el Beagle como teólogo con unas creencias muy firmes y arraigadas acerca de cómo era el mundo, fue capaz, gracias a su gran capacidad de observación, de cuestionar y modificar dichas creencias y acabar escribiendo “El origen de las especies”.
También mi gran maestro, el primatólogo Jordi Sabater Pi, a través del que descubrí a referentes como Dian Fossey y Jane Goodall. Howard Carter por la parte de arqueología y referentes televisivos de mi infancia y adolescencia como Carl Sagan, con su serie “Cosmos”, Félix Rodríguez de la Fuente, Jaques Costeau, a quien tuve la oportunidad de conocer, y Sir David Attenborough.
Con ocho libros a tus espaldas, ¿te consideras un viajero que escribe o un escritor que viaja?
Soy un viajero que escribe. Para mí es fundamental mi libreta de campo que siempre me acompaña a modo de diario de viaje. Me encanta escribir y siempre he escrito. Lo importante es poner en palabras tanto un viaje físico que puedo estar realizando en África como un viaje mental cuando estoy elaborando una teoría o una hipótesis científica. La escritura me permite divulgar y transmitir mi conocimiento y experiencias.
¿Qué has aprendido viajando?
Viajar me ha enseñado, y me sigue enseñando, a descubrir que muchos temas de la vida que daba por supuestos de una forma determinada no eran así. Conocer otras culturas te permite ver que hay otro mundo fuera del tuyo. Nunca he sido una persona de banderas ni de fronteras por lo que siempre me he sentido muy cómodo viajando por todo el mundo.
Es cierto que al inicio tenía una visión idealizada de que mi misión era descubrir cosas por el mundo pero pronto me di cuenta que, cuando llegas a un lugar, no hace falta descubrir nada porque la gente que habita allí desde hace siglos, ya descubrió todo aquello que es nuevo para ti.
Lo que me fascina es viajar y aprender cosas nuevas de la gente que voy a encontrar por el camino y no pretender que yo, como científico o viajero, ya se más que ellos. Puedo aprender más de un hadzabe que me hable acerca de la conducta de los leopardos que de todo lo que pueda haber leído en libros relacionados con el leopardo. Viajar siempre me regala nuevos conocimientos y siempre me sirve para ampliar mi bagaje académico y vital.
¿Qué viaje ha marcado un antes y un después en tu vida?
Mi primer viaje a Tanzania con 27 años, en 1996. No solo porque hice realidad el sueño de viajar a aquel continente que me fascinaba observar en mis atlas escolares sino porque también, como científico, quería viajar hacia la cuna de la humanidad y trabajar allí como arqueólogo. Así que me fui más de un mes a trabajar a un yacimiento en el Lago Natron, en condiciones muy duras e incluso peligrosas por aquel entonces, con cazadores furtivos armados que habían atacado a expediciones científicas.
Durante aquel mes no pude hacer ningún safari ni visitar ningún parque nacional porque no tenía suficiente dinero y estaba trabajando en un yacimiento, en una zona donde la población local no había visto nunca un hombre blanco. De aquel viaje iniciático para mí nació, en 2001, mi libro “Los guardianes del Lago”
¿De qué destinos nunca te cansarías?
Considero Tanzania mi segundo hogar después de 25 años viajando a aquel país. La gente me suele preguntar si no me canso de visitar cada vez el Ngorongoro y yo les digo que no. Cada vez es única: la luz, el color, la temperatura, los animales que ves...
Después, las Islas Galápagos aparecieron cuando pensaba que no encontraría un lugar como Tanzania y allí me sorprendió y me sorprende, no solo la naturaleza, sino el trato humano de la gente de aquella parte remota del mundo. Y, como ciudad, Londres sin duda. Para mí es un lugar que me encanta por sus museos, sus sociedades científicas. Realizar lo que yo denomino un "safari urbano" en aquella ciudad y perderme en el Museo de Historia Natural de Londres me sigue fascinando cada vez que viajo allí.
¿Crees que se ha perdido la esencia de la época dorada de los grandes viajes de principios del siglo XX?
Aún existen viajeros que siguen realizando grandes expediciones y siempre las habrán. Si que es verdad que, para mí, que alguien cruce un océano con una moto acuática puede tener un valor deportivo, pero no encaja en lo que yo entiendo como una expedición o un gran viaje de exploración. Yo intento que mis viajes tengan ese componente de expedición un tanto romántica, con una finalidad siempre de aprender, descubrir y explorar.
Por otro lado, una de las características de aquellos viajes era el viajar poco a poco, pudiendo observar y siendo muy conscientes del propio trayecto. Hoy en día, con el avión, parte de esta magia se ha perdido. Espero que, en el futuro, podamos recuperar este tipo de viajes gracias, por ejemplo, a los dirigibles. Viajando en un dirigible o en un tren es posible ir explicando lo que estamos viendo durante el propio viaje. Además de ser un tipo de viaje mucho más sostenible.
- Para Jordi Serrallonga, el lujo en un viaje está relacionado con las experiencias que se viven en un destino concreto —
- Los orígenes y evolución de la humanidad son los leit-motiv principales, tanto de las expediciones como de la tarea divulgativa de Serrallonga como profesor y escritor —
- En Galápagos, unas islas que le fascinan tanto por su naturaleza como por su gente, Serrallonga ha podido seguir las huellas de su admirado Darwin —
- Fotos: Archivo Jordi Serrallonga
¿Qué significa el lujo para ti?
Hablando de viajes, para mí el lujo no depende de los mejores hoteles que una buena agencia puede encontrar fácilmente. El lujo es la experiencia. Hay gente con mucho dinero que no quiere ir al mejor hotel sino que desea vivir la mejor experiencia y, quizás, esa experiencia consiste en viajar a una isla remota donde non hay ningún hotel de lujo.
Lujo puede ser querer fotografiar un puma en la Patagonia y tener que pasar días durmiendo en un campamento en la montaña. Por otro lado, si una persona ha soñado vivir toda la vida una experiencia al estilo de “Memorias de África” con una cena en la sabana africana, eso también puede ser lujo y un lujo sostenible, porque además los ingresos de ese lodge repercuten de forma positiva en los empleados y en la comunidad local de la zona, así como en la conservación del entorno natural. Y quizás, para otra persona, el lujo es pagar mucho dinero para poder excavar junto a un experto en un yacimiento de África.
Hablemos de tu último libro “Animales Invisibles” en el que, junto con Gabi Martínez y las ilustraciones de Joana Santamans, hacéis un recorrido por una cincuentena de especies extintas o en peligro de extinción y que también incluye algunos animales míticos.
¿Cómo nace este libro?
“Animales Invisibles” es el resultado de 25 años de viajes por los rincones más remotos del planeta con el fin de descubrir especies animales extintas, a punto de extinguirse y otras, de tipo mítico o mitológico, que sobreviven gracias a las leyendas locales y que forman parte de culturas que también podrían desaparecer. Cada uno de los capítulos dedicado a un animal está basado en una experiencia personal.
¿Qué mensaje desea transmitir el libro?
El objetivo del libro es que el lector descubra lo que hay más allá del propio animal. Por ejemplo, en el capítulo en el que hablamos del monstruo del Lago Ness, como científico te puedo decir que no existe, pero a partir de esa preciosa leyenda local, conectamos con la cultura escocesa y aprovechamos para reivindicar la figura de Mary Anning, la que es considerada la primera mujer paleontóloga británica, descubridora de los primeros esqueletos de plesiosauro.
También queremos concienciar al lector de que animales vivos que aparecen en este libro pueden haberse extinguido en una futura edición y es eso lo que hemos de intentar entre todos que no suceda. Lo mismo con las leyendas orales de poblaciones locales. Si se extinguen estas poblaciones, se extinguirá su patrimonio cultural y, por tanto, las leyendas que mantienen vivos a estos animales míticos.
Entre todos estos animales, ¿cuál es tu preferido?
Mi animal preferido siempre ha sido la jirafa y en el libro hablamos de la jirafa reticulada, que está en peligro de extinción, aunque la jirafa masai también se encuentra actualmente en peligro a causa de la caza furtiva.
De los míticos, siempre me ha fascinado el calamar gigante. Es increíble que un animal tan grande aún no haya podido ser visto en su entorno natural. Hemos visto partes de sus cuerpos flotando o restos en los estómagos de los cachalotes. ¿Te imaginas ver el ojo gigante de este calamar, observándote a través de un batiscafo?
¿Preparado para tu próximo viaje?
¡Y tanto! Regresaré a Galápagos este verano.