Pedro Fernández: "La cocina es un acto de amor"

Pedro Fernández, “The Chef is Back” es un chef colombiano con más de 20 años de experiencia que entiende la cocina como un acto de amor. Tiene un taller de cocina en su casa de Medellín donde organiza experiencias gastronómicas exclusivas y personalizadas.

Graduado en Le Cordon Bleu de París, Pedro Fernández ha trabajado en empresas como Ritz Carlton, el grupo Compass, el Equipo Alinghi o la cadena Holiday Inn. Ha presentado el programa de cocina “Código Latino” en el canal Gourmet de su país. Su especialidad son las recetas donde predomina la fusión de ingredientes, sabores y texturas asiáticas y caribeñas. 

¿Quién es Pedro Fernández?
Me considero una persona que está buscando su paz interior. A partir de todo lo que he tenido que vivir, la he ido construyendo de alguna manera pero también me he dado cuenta que es un trabajo de todos los días.

Creo que tu madre jugó un papel esencial a la hora de despertar tu pasión por la cocina. 
Para mi madre cocinar era un acto de amor hacia nosotros, hacia su familia, que es lo que significa para mí también. Ella, que era española, por ejemplo, un sábado podía hacer al mismo tiempo un arroz a banda, unos callos a la madrileña y una paella. Un plato para cada uno de nosotros. Yo crecí con eso en casa y siempre quise ser cocinero.

¿Cuándo decides dar el paso de convertirte en cocinero?
Cuando estaba estudiando, mi padre, que era un arquitecto muy importante en Bogotá, me preguntó qué quería ser de mayor. Yo le dije que iba a ser cocinero y él me contesto que eso era para maricones y que yo tenía que dedicarme al mundo de la empresa. Al año siguiente, en sexto de bachillerato, mi madre murió. Eso supuso un duro golpe para mí y él me volvió a hacer la misma pregunta y yo le volví a decir que quería ser cocinero. Descartó de nuevo esa opción y yo aparqué mi sueño y empecé a estudiar administración.
 

¿Cuándo fue la primera vez que tocaste fondo?
Decidí irme a Boston para escapar de mi padre, intenté estudiar en diferentes universidades sin éxito y me sentía tan, tan frustrado que intenté suicidarme cortándome las venas a los 22 años. Regresé a Colombia y me puse a trabajar con mi padre durante un año en su empresa constructora pero con él discutía mucho.  Así que un día le dije que no era feliz, que no me sentía realizado y que me iba a estudiar cocina con la herencia que tenía de mi madre.

Y es en ese momento donde empieza tu carrera como chef…
Sí, me fui a París a estudiar y me gradué como uno de los mejores chefs de la escuela. Allí, cocinando y aprendiendo, me sentía por primera vez conectado con mi esencia. Conocí a la madre de mis hijos, nos casamos en Argentina y me fui unos meses a Londres a aprender técnicas de cocina fusión. Regresé a Argentina donde abrí mi primer restaurante de cocina fusión asiático-caribeña que se llamaba Kalú, que es el nombre de un monasterio budista cuyos monjes eran reconocidos por sus poderes mágicos. 

¿Cómo definirías esa etapa de tu vida?
El restaurante enseguida empezó a tener mucho éxito y empecé a crecer por un lado profesionalmente pero también a tener problemas con mi mujer. Empecé a encerrarme en mi mundo y a consumir alcohol. Era como un alcoholismo social en una primera etapa y yo no veía ni aceptaba que tenía un problema.

Decidí abrir una sucursal del restaurante en Punta del Este en una casa del s.XVIII y lo convertí en un hotel boutique con un restaurante con un concepto de cocina de fuego abierta. Todo muy rústico, en horno de leña y parrillas. Si llovía no podíamos cocinar. La primera temporada funcionó muy bien pero llegó el corralito en el año 2000 y quebró el negocio.

¿Cómo te afectó esa crisis económica?
Decidimos irnos a Miami y allí me contrataron en la sección de banquetes del Ritz-Carlton. Tenía ya dos hijas pero mi relación con mi ex mujer no mejoraba y yo seguía consumiendo alcohol. Miami no me gustaba para vivir y buscando esa conexión con mi madre y mis raíces españolas, decidí irme a Valencia. Allí abrí el restaurante Navoa que, de nuevo, fue un éxito increíble. Otra vez, el negocio iba muy bien pero yo seguía muy mal a nivel personal. Estuve tres años en Valencia. Empecé a consumir también cocaína y acabé divorciándome.  Me quedé solo y en una especie de limbo de autodestrucción personal.

Regresé a Colombia, ingresé unos meses en un programa de rehabilitación pero volví a trabajar a Valencia. Un día, decidí tomar una copa de vino en un evento y empezó de nuevo la caída, una situación de muchísimo dolor. De vuelta en Colombia, decidí parar en seco e iniciar un nuevo renacer en mi vida. De esto hace ya 11 años. Arreglé la relación con mi padre, que murió al cabo de tres años y, a partir de ese momento, empecé a reconstruir poco a poco el Pedro Fernández que soy hoy en día.

¿Y es entonces cuando nace “The Chef is back”?
Sí, un día llegó un amigo y me pidió que le organizara su fiesta de 40 años y que cocinara para él. El evento se convirtió en todo un éxito y la gente empezó a preguntarme que cómo se llamaba mi empresa y yo no tenía ni empresa ni nombre ni nada. Y entonces les dije que me llamaba “The chef is back”. En esos momentos yo me estaba haciendo una casa en Medellín y, a raíz de todo esto, decidí incluir mi taller y dedicarme a cocinar desde el corazón para grupos en mi casa. De eso hace ya cuatro años y todo fluye ahora. Trabajo en lo que me apasiona, cocinando y asesorando restaurantes y organizando eventos muy importantes. Ya no bebo y estoy feliz y enamorado de mi esposa Marcela.