Le Grand Tour, un viaje iniciático por Italia

“Todos somos peregrinos que buscan Italia”. Esta frase forma parte de un poema del escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe que escribió dos años después del viaje que le llevó por tierras italianas entre 1786 y 1788, y que plasmaría en su célebre obra “Viaje a Italia”.

A finales del siglo XVIII, para los jóvenes de la nobleza europea, sobre todo la británica, Italia era la protagonista de un viaje iniciático conocido como Le Grand Tour.

Los inicios de la costumbre de realizar este viaje entre las clases altas europeas datan del siglo XVIII y siguió de moda hasta mediados del siglo XIX, cuando la popularización del ferrocarril dio paso a lo que podríamos denominar el turismo de masas de la época.

Viajar a Italia era hacerlo a una cultura muy diferente de la anglosajona, una forma de conocer en primera persona el arte clásico y del renacimiento y de disfrutar de un país con unas costumbres más relajadas que la Inglaterra protestante de la época.

El viaje podía durar entre varios meses o años en función del presupuesto y la ruta más habitual se iniciaba por el norte, en ciudades como Turín, Milán o Venecia. Después Florencia y Roma eran visita obligada, así como Nápoles y las ruinas de Pompeya. El viaje finalizaba aquí o bien se alargaba hasta Sicilia. El regreso se realizaba normalmente en barco desde los puertos de Livorno o Génova, o bien por tierra cruzando los Alpes y a través de Suiza y Francia.

Los viajeros del Grand Tour eran jóvenes de unos 21 años que salían por primera vez de casa.  Era habitual que fueran acompañados por alguien de mayor edad y de confianza. Con esto se trataba de refrenar sus posibles excesos y de controlar su instrucción durante el viaje.

Visitar sitios arqueológicos de los griegos y romanos, grandes catedrales góticas, palacios repletos de obras de arte renacentistas o edificios neoclásicos eran el principal atractivo de este viaje iniciático hacia la cuna de la cultura en occidente. 

A su regreso a casa, algunos de los protagonistas del Grand Tour describían, en novelas y poemas y con todo lujo de detalles, sus rutas, visitas y obras de arte que iban descubriendo en las diferentes ciudades de Italia. Muchos de esos escritos servirían hoy en día como auténticas guías de viaje. 

Además, sus baúles regresaban cargados de objetos de arte y piezas de gran valor histórico, que iban recolectando durante sus visitas a restos arqueológicos y templos. Lo que hoy en día serían los "souvenirs turísticos" y que, en aquella época se utilizaron para decorar el interior de mansiones o para formar parte de importantes colecciones de museos como el British Museum.

Además, en una época en la que los motivos que impulsaban a viajar eran de tipo comercial o laboral principalmente, el Grand Tour fue el precursor del concepto de lo que hoy conocemos como el viaje de placer.

Pasear por ciudades desconocidas, admirar obras de arte, disfrutar de los paisajes, el clima y la gastronomía del lugar o conocer a la comunidad local eran ya los principales atractivos de este viaje hace más de 200 años que hoy podemos revivir visitando todas aquellas ciudades mágicas que cautivaron a esos primeros viajeros del siglo XVIII.