Lady Jane Franklin, tras el misterio de la expedición perdida
El contralmirante británico Sir John Franklin se unió a la marina real a la edad de 14 años, navegó por Australia en un viaje de exploración, luchó en Trafalgar y participó en tres expediciones al Ártico para intentar encontrar el Paso del Noroeste alrededor de América del Norte hasta Asia.
Al regresar a Londres después del tercer intento fallido, se casó en 1828 con Lady Jane Griffin, una dama londinense de 37 años, educada en Oxford y conocida por su amor hacia la lectura, los estudios y los numerosos viajes que ya había realizado acompañando a su padre.
Sir John anhelaba volver al Ártico para reanudar su búsqueda, pero en 1836, los puestos de la Marina eran escasos y fue destinado como gobernador de la Tierra de Van Diemen, el nombre que los británicos dieron originalmente a la isla de Tasmania. Durante su estancia allí, Sir John y Lady Jane exploraron cada parte de Tasmania y escribieron sobre la desaparición de los aborígenes locales. En vez de organizar fiestas y meriendas para las damas británicas de la colonia, Jane fundó la sección de Tasmania de la Royal Geographical Society, que todavía existe hoy en día, con museo y revista científica incluidas.
En 1845, a Sir John se le ofreció el mando de la expedición ártica mejor equipada para encontrar el Paso del Noroeste. Aunque tenía ya 59 años y algunos lo veían como demasiado mayor para volver a viajar al Ártico, en mayo de 1845 partió con su expedición formada por 2 embarcaciones, 129 hombres y provisiones para 3 años.
La última vez que fueron vistos fue el 28 de julio de 1845 en la bahía de Baffin y, después, nunca más se supo de ellos. El gobierno británico los dio por muertos al cabo de 3 años, pero Lady Franklin inició una incansable búsqueda de 14 años financiando ella misma numerosas expediciones para encontrar a su marido y a los restos de los buques Erebus y Terror.
A la edad de 78 años incluso fue a Canadá a buscarlo ella misma. Finalmente, en 1859, una expedición dirigida por el escocés John Rae, encontró la evidencia de que Sir John había pasado dos años solo en el Ártico y que había muerto en 1847. Inicialmente, se creyó que murió por envenenamiento con plomo a consecuencia de comer alimentos en latas selladas con soldadura de plomo, uno de los primeros experimentos de conservación de la época.
Recientemente, un equipo canadiense concluyó que la causa más probable de la muerte fue la propia inanición o un déficit de zinc que puede provocar inestabilidad emocional, problemas gastrointestinales y depresión del sistema inmune, lo que aumenta las posibilidades de contraer la tuberculosis y la neumonía, enfermedades mortales en aquella época.
No fue hasta casi 170 años después, en septiembre de 2014 cuando se encontró finalmente el pecio del Erebus sumergido al este del golfo de la Reina Maud. Dos años después, aparecía el Terror al fondo de una bahía al sur de la isla del Rey Guillermo. Se cree que debieron quedar varados en el hielo con toda probabilidad.
El HMS Erebus y el HMS Terror eran dos buques de la royal Navy, de estilo bombarda, que ya habían realizado numerosos viajes de exploración alrededor del mundo. Las dos embarcaciones contaban con una proa reforzada para poder resistir las torsiones de la banquisa y tenían máquina a vapor. La expedición antártica, entre 1839 y 1843 fue un éxito. No así la que realizaron 2 años después al Ártico, bajo el mando de Sir John Franklin, donde las dos embarcaciones y la tripulación desaparecieron tan solo dos meses después de partir desde Londres.
Gracias a sus esfuerzos por encontrar a su marido, se exploró y cartografió gran parte del Ártico canadiense. La Royal Society otorgó a Lady Jane Franklin la medalla al mayor logro en exploración y fue la primera mujer en recibir dicho reconocimiento.
Jane Franklin reclamó para su marido el mérito de haber descubierto el Paso del Noroeste y encargó un busto que fue colocado en la Abadía de Westminster de Londres. Lady Franklin murió el 18 de julio de 1875, a los 83 años de edad.
El recuerdo y homenaje más emocionante de la vida de viajes, exploración y aventura que compartieron Lady Jane Franklin y su marido es un río de Tasmania que lleva el nombre de Franklin, al que se le une su afluente Jane.