En la isla sur, otro lodge que me sorprendió mucho tanto por su ubicación como por la calidad de sus servicios es Split Apple Retreat, situado en el borde de los Parques Nacionales Abel Tasman y Kahurangi. Quien se aloje en este exclusivo alojamiento, podrá caminar parte del espectacular sendero costero que conduce a playas de arena dorada, rodeadas de arbustos nativos y guiado tan solo por el canto de los pájaros que habitan la zona. Cada suite está diseñada para brindar una sensación de tranquilidad y descanso, con una terraza privada rodeada de fragantes jardines y una vista de 180 grados del océano.
La gastronomía es uno de los puntos diferenciales de Split Apple Retreat. Fruto de una larga colaboración entre Lee Nelson, un médico especializado en nutrición, y su esposa, Anne Pen Lee, la chef, artista culinaria y dueña de Split Apple Retreat. Así, este alojamiento se ha convertido en un lugar célebre por su dedicación a los alimentos saludables y platos de calidad que ayudan al cuerpo a alcanzar una salud óptima y que promueven la longevidad. Incluso han publicado un libro "The Thoughtful Food Cookbook", con las mejores recetas de la Chef Pen para que los huéspedes puedan seguir cocinando esos platos saludables una vez de vuelta en casa.
Esta isla es ideal para disfrutar de muchos deportes de aventura por la zona cercana Queenstown: el famoso bungy jumping, un almuerzo-picnic en la cima de un pico, al cual se llega en helicóptero o poder realizar una excursión a caballo por Rees Valley, entre otras actividades. De hecho, se conoce a Queenstown, como la “adventure capital” de Nueva Zelanda.
En esa ciudad nació el bungy jumping (bungee jumping), una experiencia extrema que consiste en saltar al vacío desde una considerable altura atado con una cuerda elástica desde los tobillos. El primer bungy jumping del mundo está ubicado en el puente Kawarau. La distancia de caída es de 43 metros y, si se quiere, hasta se puede llegar a meter medio cuerpo en el agua del río.
