Viaje a Panamá, mar de piratas
Los últimos siglos de la historia de Panamá han estado siempre relacionados con diferentes incursiones e invasiones de los piratas británicos atraídos por el oro y las riquezas con los que se comerciaba en sus puertos estratégicos en la ruta de la plata y del oro desde América hasta España.
Portobelo, lo que hoy parece una tranquila y bonita bahía, fue en el pasado un auténtico puerto pirata en Panamá. Colón llegó a estas costas en 1502 y bautizó la localidad como “Puerto Bello”, dando origen a su nombre actual.
Tras el descubrimiento de Colón, Portobelo se convirtió en uno de los enclaves comerciales más importantes de América, gracias al oro de Perú que llegaba a la costa del Pacífico y se trasladaba a través del Camino de Cruces a la costa atlántica, desde donde partía en galeras con destino a España. Ese oro, como era de esperar, acabó llamando la atención de los grandes navegante, piratas y corsarios de la época.
El primero de ellos fue Sir Francis Drake, corsario al servicio de la Real Armada británica, que propuso en 1595 a la reina Isabel I una audaz operación contra el Caribe español, con el objetivo de establecer una base inglesa permanente en Panamá.
Pero parecían que los años de gloria de Drake frente a la célebre “Armada Invencible” formaban parte del pasado. El corsario sufrió una derrota en Panamá frente a 120 soldados españoles a mediados de enero de 1596 y, a los 56 años, enfermó de disentería, muriendo ese mismo mes frente a las costas de Portobelo. Su cuerpo fue sepultado en el mar dentro de un ataúd lastrado.
El pirata Henry Morgan tuvo más éxito. En 1668, este pirata galés urdió un plan para atacar, con una flota de 8 embarcaciones y más de 400 hombres, la ciudad de Portobelo que, en aquella época, era la mejor defendida del Caribe después de La Habana y de Cartagena de Indias. El plan consistía en atacar la ciudad por tierra por lo que los filibusteros se embarcaron en pequeñas barcas que dejaron en la costa y recorrieron un total de 5 kilómetros hasta llegar a la población al amanecer. Durante quince días, los hombres de Morgan saquearon, destrozaron y tomaron la totalidad de los puntos clave de la ciudad.
No satisfecho con este ataque y, tras haber reforzado considerablemente sus efectivos, que llegaron a 36 barcos y 2.000 hombres, se lanzó a una de las expediciones piratas más arriesgadas de su época, el asalto a la ciudad de Panamá en 1670. La expedición fue un éxito: una vez tomado el fuerte San Lorenzo, los bucaneros cruzaron el istmo y ocuparon la ciudad tras derrotar a las fuerzas españolas que se les opusieron.
Así, la ciudad vieja de Panamá, fundada por Pedro Arias Dávila en 1519 y destruida por el pirata inglés Henry Morgan, fue reconstruida en 1673 con las mismas piedras que la antigua a unos 8 kilómetros del viejo emplazamiento, en un lugar mucho más fácil de defender de posibles ataques. Así quedó constituida la ciudad vieja de Panamá, que es la que actualmente se conserva y que es Patrimonio de la Humanidad desde el año 1997.
En noviembre de 1739, el oficial naval inglés Edward Vernon fue nombrado comandante en jefe de todas las fuerzas navales británicas en las Indias Occidentales. Su primera acción fue la captura de Portobelo durante una semana. El éxito fue enormemente celebrado por los británicos y Vernon se convirtió en un héroe nacional, hasta el punto que, en Inglaterra, se le dio el nombre de "Portobello Farm" a una granja que en el siglo XIX daría nombre a la conocida calle "Portobello Road" de Londres.
El Canal de Panamá es una de las dos vías fluviales más estratégicas del mundo, siendo la otra el Canal de Suez. Construido en 1914, unió dos océanos cambiando el comercio internacional para siempre.
El camino de 50 millas de largo acorta el viaje entre el Pacífico y el Mar Caribe en aproximadamente 15.000 km. Entre 13.000 y 14.000 barcos utilizan el Canal de Panamá cada año desde más de 1.700 ciudades portuarias en más de 160 países.
Utilizado principalmente por barcos de Estados Unidos, China, Japón, Chile y Corea del Norte, el canal transporta el 4% del comercio mundial.
Un hotel colonial con historia
Podemos visitar la mayoría de emplazamientos históricos de Panamá desde el Hotel La Concordia. Ubicado en una de las esquinas más concurridas de la Avenida Central, entre los barrios de Santa Ana y San Felipe, La Concordia es un emblemático edificio que desde principios del siglo XIX, dio vida a muchos negocios e instituciones.
Durante la construcción del Canal de Panamá, el edificio fue arrendado a la “American Silvers & Paterson Association” con el propósito de ser transformado en un hotel: “La Concordia”. Era uno de los edificios más altos de esa época, donde una cantina, una fábrica de puros y un almacén ocupaban su planta baja, mientras que un quiosco cubierto coronaba el edificio, ofreciendo una espectacular vista de la bahía, el Cerro Ancón y la Catedral.
Durante la primera mitad del siglo XX, La Concordia experimentó su época dorada, al hospedar negocios como la Compañía Bancaria de Panamá y la compañía tabaquera del Istmo. Durante un breve período de tiempo, este edificio histórico sirvió como sede del consulado de los Estados Unidos Mexicanos para la República de Panamá y la Zona del Canal.
Tras la Segunda Guerra Mundial, llegó la recesión y el abandono del edificio que, más tarde, fue recuperado para diferentes usos hasta que, en 2012, este edificio icónico volvió a abrir sus puertas como un exclusivo hotel boutique que ofrece el lugar perfecto para experimentar el pasado y el presente de Panamá.
- Ubicado en un edificio del s.XIX, el Hotel La Concordia es el punto de partida ideal para descubrir lo mejor de Panamá. —
- Un cuidado interiorismo de lujo con un toque colonial caracteriza el hotel boutique La Concordia. —
- Todos los detalles del hotel nos transportan al Panamá de principios del s.XX. —
- Fotos: Hotel La Concordia.
Descubriendo el poblado indígena de los Emberá
A bordo de una piragua llegamos a visitar el poblado de los Emberá, también llamados chocó, un pueblo amerindio que habitan al Este de Panamá, cerca de Colombia, al Noroeste de Ecuador y en la región del Pacífico. Un aspecto importante de la vida de los Emberá es su relación con los espíritus “jai” por medio de sus jaibanás, chamanes que aprenden de sus maestros ya experimentados, sobre el poder mágico espiritual, desde el cual se regula la vida, la salud, la subsistencia y la naturaleza.
Sus actividades principales son la horticultura itinerante de tumba y pudre (no hay quema sino que se deja descomponer lo tumbado para luego sembrar), y la pesca. Practican también la caza y la recolección.
Los Emberá se clasifican a sí mismos según sus condiciones de vida, como Dóbida, habitante de las riberas de los ríos; Pusábida, habitante de las costas marítimas (del Pacífico); y en el Chamí (la cordillera), Oíbida de los bosques andinos y Eyábida de las zonas deforestadas.
- Los emberá es una tribu amerindia que vive al Este de Panamá. —
- Esta tribu suele habitar en el interior de la selva, cerca de los ríos. —
- Los emberá creen que un poder espiritual regula la vida, la salud y la naturaleza. —
- Fotos: Juan Vasconez.
Isla Palenque, un santuario natural por descubrir
Ubicada en el Golfo de Chiriquí, Isla Palenque es un santuario de la naturaleza por descubrir. Las 160 hectáreas de selva exuberante de la isla están enmarcadas por 7 playas vírgenes y albergan una serie de senderos silvestres, espacios ocultos y un exclusivo resort sostenible integrado en la propia isla. Un lugar ideal para amantes de la vida silvestre y la naturaleza y viajeros que buscan una experiencia única en la selva tropical y en una isla privada.
Originalmente un palenque se refería a un refugio para esclavos fugitivos. Durante el periodo colonial, los nativos indígenas eran contratados para trabajar en las minas españolas. Aquellos que escaparon buscaron asilo en zonas fortificadas con empalizadas o palenques. Se le ha llamado isla Palenque desde que los mapas la mencionan, y es probable que haya sido usada para albergar fugitivos durante el periodo colonial español.
Descubrir las maravillas y los secretos de la isla mientras recorremos un laberinto de senderos naturales, pasando junto a árboles centenarios, playas escondidas y lagunas vírgenes que caracterizan esta isla de pasado indígena.
La mayoría de la superficie de la isla se mantiene como Reserva Natural, por lo que las principales actividades y experiencias a disfrutar van desde caminatas, excursiones en kayak o paddle surf a la pesca, observación de aves y escalada de árboles.