Ladakh: La cara más oculta y mística de la India.
La India es uno de los lugares del mundo que mayor disparidad de opiniones crea entre los viajeros, hay personas que quedan enamoradas de este contraste diario, y otras que, simplemente, no consideran que este sea su destino.
Hoy me quiero centrar en ambos tipos de viajero, para contaros una de las mejores y más enriquecedoras experiencias que he tenido a lo largo de mi vida: conociendo y descubriendo Ladakh, una región fronteriza con Pakistán y el Tíbet, en el extremo noroeste de la India.
Un lugar repleto de misticismo: una de las cunas del budismo, con un conjunto de monumentos y monasterios realmente sobrecogedores, enmarcados en las espectaculares montañas de la cordillera del Himalaya. Como podéis imaginar, es una de las zonas más interesantes para realizar alguno de los trekking más impresionantes del mundo y, a diferencia de otros destinos, rebosa cultura por los cuatro costados, por tanto un viaje para “todos los públicos” y sin la necesidad de tener un nivel físico elevado.
Conocido como el “pequeño Tíbet”, es radicalmente contrario a la imagen que tenemos de India, y no solo por la religión predominante, sino por la inmensidad de sus paisajes y, sobretodo, la pureza espiritual de toda la población dentro de alguno de los monasterios más importantes del mundo.
Tomé el vuelo desde Delhi hasta la remota ciudad de Leh, la capital de Ladakh, un aeropuerto en el que solo pueden aterrizar aquellos pilotos que lo conozcan al milímetro, ya que el acercamiento y el aterrizaje es toda una aventura entre montañas.
Desde el momento de la llegada, la experiencia no hizo más que impactarme. Tuve la suerte de alojarme en Shakti, un conjunto de casas privadas, decoradas hasta el más mínimo detalle por una especialista europea residente en Londres, con un enorme gusto, situadas en aldeas tradicionales de menos de 50 habitantes, perdidas en las montañas y con espectaculares vistas.
Todas ellas están en un radio máximo de 50-60km, permitiendo que la experiencia sea completa, al realizar un recorrido por 3-4 propiedades diferentes, en diferentes ecosistemas y alturas, permitiendo de esta forma la aclimatación, muy importante en este lugar del mundo.
Desde el momento de la llegada, me estaba esperando nuestro guía, Rudy, en compañía de un chef privado y el resto del servicio, que se encargaron de que todo estuviera cuidado al milímetro a lo largo del recorrido.
Durante esta primera tarde, pude conocer la aldea donde se encuentra esta primera casa, Nimoo, ver el día a día de los locales y descubrir la pureza y realidad de sus gestos y expresiones. Me volví literalmente loco fotografiando cada momento: el aire puro, los yaks caminando a mi alrededor, el olor a leña quemada y la gente vestida con coloridas telas, y caras curtidas por el aire frío y el sol de la montaña.
La mañana siguiente me estaba esperando la primera de las experiencias que con más cariño recuerdo: Realizar un rafting a lo largo del río Indo, uno de los más importantes del país y, de hecho, uno de los que da nombre al país. Enmarcado en un espectacular cañón y, a pesar de las múltiples caídas al agua, sigue siendo una de las mejores experiencias que he disfrutado en mi vida viajera.
Sin lugar a dudas, el misticismo se respira en el aire en Ladakh, en todos y cada uno de sus rincones, por lo que es el lugar perfecto para conocer y descubrir con más profundidad esta religión, tan poco conocida pero, a la vez, tan apreciada por gran parte de la población occidental. Finalmente, pude entender su significado.
Es con este río de fondo y en lo alto de una colina, donde visité el Monasterio de Thiksey, con más de 600 años de historia y muy cerca de Leh, a unos imponentes 3.600 metros de altitud. Se trata, posiblemente, uno de los más bonitos de todo el viaje, principalmente por su privilegiado enclave entre las montañas de Ladakh. En compañía de Rudy, comencé a aprender más acerca de la religión budista, de sus raíces y aspectos fundamentales, plantando una semilla en mi interior que, poco a poco y durante el transcurso del viaje, fue creciendo y aumentando mi curiosidad.
Después de mi visita al monasterio, todavía con la boca abierta, otro lugar diferente me esperaba: el poblado de Igoo, situado a una mayor altitud y donde no puedo dejar de recordar la noche estrellada, donde tuve la fortuna de ver decenas y decenas de estrellas fugaces en el más limpio cielo que he visto nunca, desde la propia azotea privada de la casa.
Viaje a la espiritualidad
Durante la mañana siguiente, me adentré en el poblado para conocer más de cerca alguna de las costumbres locales, especialmente aquellas más místicas o difíciles de entender, aquellas que me generaban mayor curiosidad. Finalmente, terminé en casa de uno de los mejores oráculos medicinales del pueblo, donde asistí a una de las experiencias más interesantes del viaje, conociendo esta “cara oculta” de las técnicas tradicionales y esotéricas de la zona.
El ayudante del oráculo me recibió en la puerta de su domicilio, en los alrededores del pueblo, y me llevó hasta ella, que ya estaba preparando toda la instrumentación para comenzar con su trance. Literalmente, el oráculo entró en trance: comenzó a recitar y realizar sonidos de enorme magnitud, con aspavientos y gestos con las manos que no hacían más que aumentar mi incertidumbre, nunca había vivido una situación parecida.
Una vez dentro del trance, y de una forma de lo más bizarra, le expliqué a su ayudante las inquietudes que en aquel momento tenía, en referencia a mi salud, mientras él las traducía al tibetano, único idioma que entendía el oráculo.
Este período de dos horas con el oráculo, así como los métodos y remedios que me recomendaron, es algo que guardaré en mi memoria durante toda mi vida: una experiencia singular, y hasta épica en algunos sentidos.
Mi viaje a Ladakh no dejaba de sorprenderme… al día siguiente, a través de las montañas, bosques y pequeños poblados, llegué al Monasterio de Hemis, el más grande de todos los de la zona, y donde cada año tiene lugar el festival de Hemis, normalmente a principios de Junio. Este momento es muy especial para el monasterio: ataviados con prendas de vivos colores, y espectaculares máscaras realizadas a mano, representando la victoria sobre todos los demonios de manos de Guru Trakpo, el gran vencedor.
- El monasterio de Hemis tiene más de 200 monasterios filiales en el Himalaya y más de 1.000 monjes bajo su protección —
- El origen de las banderas de plegaria está en las que utilizaban los tibetanos que practicaban la religión chamánica de Bon antes de la introducción del budismo. —
- En el monasterio se pueden ver murales casi de tamaño natural que representan a Buda y también a deidades feroces —
- Disfrutar de un picnic privado de altura. Los carbohidratos son la base de la gastronomía en Ladakh con el fin de combatir las bajas temperaturas
Como podéis imaginar, es un momento realmente único para experimentar este lugar, interviniendo aún más en su cultura centenaria.
Es uno de los lugares más sagrados para los Drukpa, una de las ramas más seguidas del Budismo, cuya historia se remonta hasta antes del siglo XI. No puedo describir con palabras la grandeza de este lugar, que tuve la suerte de experimentar prácticamente solo, con diferentes zonas donde relajarse y continuar aprendiendo de esta cultura mágica.
Después de un almuerzo junto al monasterio, puse rumbo hasta la última de las casas donde me alojaría, situada a una mayor altitud que el resto, y cerca de alguno de los monasterios más impresionantes de la zona. Recuerdo con inmenso cariño el Monasterio de Stakna, situado en una pequeña montaña junto al río, rodeado de campos de cultivo y creando un contraste de colores totalmente espectacular.
Pero lo que realmente lo hizo especial, fue que me sirvieron el almuerzo en un enclave privado y privilegiado con preciosas vistas del monasterio y de los alrededores. No puedo dejar de recordar este maravilloso momento.
Durante esta tarde aproveché para dar un paseo por el poblado donde se encontraba la casa, conocer más de cerca a alguno de sus vecinos, y seguir haciendo tantas fotos como podía. No daba crédito a la pureza y virginidad de esta zona del mundo, y realmente no sabía cuando podría volver a vivir una experiencia de esta magnitud.
Sin duda, te quedas ensimismado con la gente local, tan pura y tierna que difícilmente se asemeja a nada que hubiera visto con anterioridad, todavía recuerdo aquellos momentos con anhelo y ternura.
Cual fue mi sorpresa cuando, a mi llegada a la casa en el pueblo de Likhir, un monje budista me estaba esperando, deseando responder a todas y cada una de las preguntas que me fueron surgiendo durante el desarrollo del viaje. Fue realmente increíble poder pasar el tiempo (¡más de dos horas!) con alguien que ha vivido la experiencia budista desde dentro.
Este monje budista lleva desde los 14 años en el monasterio de Stakna, y lo que sin duda más me impactó fue conocer su día a día, tan diferente y tan auténtico, libre de toda atadura, libre de toda necesidad, disfrutando de cada momento con tan poco…
El monasterio del Dalai Lama
Me dio la sensación de tener una suerte inmensa, la suerte de ampliar mi conocimiento de una forma única e irrepetible, de mirar más allá y plantear que existe una forma más plena de disfrutar de la vida. Sin lugar a dudas, una de las mejores experiencias a nivel personal que he podido vivir, una de éstas que te hace sentir la persona más afortunada del mundo por estar allí, en ese momento y rodeado de personas únicas.
Pero lo mejor llegaría al final, ya que el último día del viaje pude disfrutar de una experiencia totalmente enriquecedora y mágica, asistiendo al rezo diario en uno de los tres monasterios budistas más grandes del mundo, un lugar donde es muy común ver al actual Dalai Lama realizando algún acto religioso: el Monasterio de Drepung.
Llegué bien pronto para presenciar la llegada de todos los monjes, desde los más pequeños a los más mayores y tomar una posición privilegiada para presenciar el acto. De repente, todos comenzaron a rezar en una armonía casi perfecta, mientras servían una infusión aderezada con leche de yak.
Tras presenciar esta mágica situación, visité el monasterio en profundidad en compañía de uno de los monjes, intentando conocer más acerca su cultura y su pasión por esta vida que ha decidido vivir, entendiendo como fue capaz de renunciar a todos y cada uno de los privilegios que tenía, para vivir en la más pura simplicidad.
Tras verlo con perspectiva, no puedo más que recordar mi larga conversación con aquel monje que acudió a visitarme, de la que tanto aprendí, y que me ayudará no olvidar nunca mi aventura en Ladakh, uno de los lugares más mágicos que he tenido la oportunidad de conocer en el mundo.
¿Estáis seguros de que conocéis la India?