Hace unos años me encontraba explorando las zonas más remotas de Colombia donde conseguí pasar unos días entre las tribus Kogui, una fascinante cultura precolombina que sigue manteniendo su forma de vida milenaria en mitad de las selvas de la Sierra Nevada de Santa Marta. Han preservado su lengua de raíz Arahuaca y una filosofía de vida muy especial encarnada en la figura del “Mamo”, una suerte de líder y sacerdote que representa y guarda la sabiduría y la ley sagrada del universo.
Los Kogui descienden de la cultura Tairona, una civilización en su día muy avanzada. Construyeron grandes estructuras de piedra y una compleja red de caminos kilométricos por toda la selva, que se puede recorrer entre una vegetación exuberante y hambrientos mosquitos.
Las tribus Kogui llevan viviendo en las selvas de Santa Marta desde hace milenios. Visto desde fuera, podríamos decir que encerrados en su selva, como nosotros lo hemos estado en nuestras casas. Pero su cultura les hace sentirse libres allá donde estén. A través de una kilométrica red de caminos y escaleras de piedra por la selva, conseguí llegar a las ruinas de la denominada “Ciudad Antigua”. Estas ruinas, hoy en día abandonadas, son el vestigio de una civilización y forma de vida que en su día fue dominante.
Los Kogui no conciben que se comercie con la tierra. La minería, la industria maderera, todo aquello que contamine... es enemigo de la Tierra. Hoy, la humanidad está en sus casas y la actividad económica detenida. El aire está más limpio que nunca, los animales están repoblando áreas que anteriormente habían perdido, y la agricultura ha sido uno de los sectores más vitales en estos días para nuestra supervivencia. Los Kogui dicen que la Tierra se está sanando y que debemos escucharla, porque es nuestra madre.
Después de esta visita a la Ciudad Antigua, quizás alguna de sus reflexiones nos sean útiles en estos momentos donde el cambio climático está más que nunca encima de la mesa, o la gestión de recursos, o nuestra actitud cuando tomamos algo sin devolver nada a cambio.
Continué visitando aldeas habitadas donde fui recibido no sin haber pedido un permiso especial al cacique de una de ellas para poder ser recibido con el protocolo adecuado. Llevé arroz, frijoles, fruta y unas cerillas como símbolo de agradecimiento.
En las aldeas Kogui existen sillas de piedra que se usan específicamente para reflexionar. Sillas de pensar. Se encuentran a la vista y nadie tiene ningún reparo en pensar en público a plena luz del día. En ese momento pensé que a mí seguramente me costaría.
Nadie es molestado ni distraído en esas sillas. ¿Y en qué se piensa? En los “Pagamentos”. Un pagamento es una idea, forma o acción concreta donde uno hace un ofrecimiento a la Tierra a cambio de algo que uno haya tomado o recibido de ella. Para poder hacer un pagamento, hay que saber primero que ha recibido uno de la Tierra. Esto crea una cultura de riqueza y agradecimiento realmente única por un lado y, por el otro, una consciencia fortísima de equilibro.
No tomar nada más de lo que uno necesita, y devolverlo después para restaurar el equilibrio global. Uno no puede dar más de lo que recibe pero tampoco recibir más de lo que da. Esto es el mundo místico de Aluna, el balance de la armonía y la creatividad en el mundo.
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