Las islas donde no se pone el sol
En el extremo septentrional del planeta, donde el día y la noche se alternan en periodos de meses, se encuentra el archipiélago de Svalbard. Su naturaleza indomable tiene una historia cargada de exploraciones y un sistema político peculiar. ¡Bienvenidos al Ártico más fascinante!
Svalbard es un territorio atípico. Es un protectorado noruego desde 1920. Aunque administrativamente depende de Noruega, el Tratado de Svalbard otorga derechos especiales a los países firmantes, permitiendo actividades económicas como la minería. Esto ha derivado en una convivencia peculiar: una ciudad principal, Longyearbyen, habitada mayoritariamente por noruegos, y asentamientos rusos como Barentsburg y el abandonado Pyramiden, que aún susurran historias de su pasado soviético.
La figura del gobernador, el Sysselmann, desempeña un papel clave. Con funciones que abarcan desde la protección del medioambiente hasta la seguridad pública, este cargo subraya la singularidad del sistema político-administrativo de Svalbard.
La minería fue durante décadas el motor económico del archipiélago. Los rusos, en particular, dejaron una huella imborrable. Pyramiden, hoy un pueblo fantasma, ofrece una ventana al pasado con edificios desmoronados y esculturas de Lenin que se resisten al paso del tiempo. Sin embargo, la actividad minera ha dado paso a una presencia científica creciente. En Ny-Ålesund, en la costa oeste, un pequeño grupo de científicos trabaja incansablemente para estudiar el cambio climático. Este pueblo, el más septentrional habitado por investigadores, es un testimonio vivo de los retos ambientales que enfrenta nuestro planeta.
En la punta de la península de Brøgger, que se encuentra en una de las orillas del Kongsfjord, está Ny-Ålesund. Al igual que Longyearbyen, comenzó como una ciudad minera, y a mediados del siglo XX se convirtió en sede de estaciones científicas. En verano, hay más de un centenar de investigadores con sede en la ciudad, representando a 20 institutos de glaciología y clima de más de 10 países.
Con poco más de 2.000 habitantes, Longyearbyen es la ciudad habitada más al norte del mundo. Un lugar donde la vida diaria desafía las normas: no se permiten gatos para proteger la fauna local, los osos polares representan un riesgo constante y las noches polares invitan a contemplar auroras boreales que iluminan el cielo. Además, la ciudad alberga el famoso Depósito Mundial de Semillas, también conocida como la "Cúpula del fin del mundo", una suerte de “arca de Noé” botánica que custodia las semillas de las plantas más importantes para la humanidad.
También podrás realizar una visita guiada al monumento a Amundsen, erigido en honor al vuelo récord del gran explorador noruego para alcanzar el Polo Norte en 1926. Amundsen voló con éxito a través del Polo Norte, con el dirigible Norge desde Ny-Ålesund y aterrizó en Alaska tres días después.
El archipiélago ártico ha adoptado un enfoque conservacionista para el turismo. La mejor manera de explorar este remoto archipiélago es a bordo de un crucero de expedición. Estas embarcaciones, lejos de ser meros cruceros, ofrecen una experiencia única: son verdaderas expediciones científicas donde cada desembarco es guiado por expertos y protegido por guías armados con rifles, debido a la omnipresencia de los osos polares.
El crucero por Svalbard garantiza una huella ambiental reducida al implementar medidas específicas como el uso de combustibles de bajo impacto, sistemas de gestión de residuos avanzados y una estricta regulación de las rutas para minimizar la perturbación de la fauna local. Fomentan una conexión profunda con el entorno ártico, promoviendo la educación ambiental y experiencias inmersivas que sensibilizan a los viajeros sobre la importancia de su conservación. Las actividades ofrecidas, como senderismo en glaciares, avistamiento de fauna y navegación en zodiac entre fiordos enriquecen la experiencia de los pasajeros y priorizan la sostenibilidad y el respeto por el medioambiente.
Además de las actividades, los barcos como el MS Spitsbergen y el MS Fram ofrecen comodidades exclusivas propias de un crucero de lujo adecuado al espíritu aventurero que impregna la navegación por estas latitudes. El MS Spitsbergen, reconstruido en 2016, es respetuoso con el medio ambiente y está diseñado para aguas polares. Por su parte, el MS Fram combina exploración y confort, con jacuzzis, barbacoa al aire libre y un centro de ciencias donde los pasajeros pueden aprender más sobre la región.
- Liefdefjorden es un fiordo ubicado en el norte del archipiélago de Svalbard, específicamente en la isla de Spitsbergen. Foto: Stefan Dall. —
- Los jacuzzis al aire libre en los cruceros se calientan con el calor de los motores. Foto: Lise Dreistel. —
- La sala de divulgación científica es fundamental para comprender todo lo que se está experimentando en Svalbard. Foto: Clara Tuma. —
- El desembarco para las expediciones se realiza de forma cómoda desde el costado del barco. Foto: Espen Mills.
El lugar más remoto. Este archipiélago, que fue el lugar de partida del primer crucero en dirigible del mundo, liderado por Roald Amundsen y Umberto Nobile, es un recordatorio de cómo el ser humano puede convivir con la naturaleza en armonía. Explorar Svalbard es más que un viaje: es una reflexión sobre nuestra relación con el planeta.
Cada estación encierra su propia belleza: en verano, la flora ártica llena de color la tundra; en otoño, se atenúa el resplandor del Sol de Medianoche; y en invierno, el archipiélago se convierte en un paraíso helado donde las auroras boreales bailan en el cielo.
Conservar este paraíso ártico es tarea de todos. Su belleza prístina, su historia y sus retos medioambientales nos invitan a viajar de manera consciente y a proteger este rincón único del mundo.