El oro negro de Colombia
Se calcula que en el mundo se beben más de 1.400.000 tazas de café a diario. De hecho, el café es la segunda bebida que más se consume después del agua.
Pero, ¿te has preguntado qué hay detrás de ese café que tomas a diario en el desayuno?
Viajamos a la región colombiana de Quindío a conocer a Don Leo, un agricultor con más de 40 años de experiencia en el cultivo del café y cuya vida gira entorno a la historia del café y de la misma Colombia, donde este producto forma parte de la gastronomía del país.
A sus 70 y pico años, don Leo Campo vive en una humilde casa en su finquita, sin agua corriente ni electricidad. Aprendió a través de videos en Youtube cómo generar el gas que necesita para cocinar, a través del metano que extrae de fermentar en una compostera los excrementos de sus cerdos y almacenar los gases en un enorme globo de plástico. El café, una planta africana que los jesuitas españoles introdujeron en Colombia en el año 1730, ha sido siempre la forma de subsistencia de Don Leo y su familia.
La expansión del café en Colombia se popularizó a partir de 1835 de la mano del jesuita Francisco Romero que, como penitencia, obligaba a los fieles de la zona a sembrar café con el fin de redimir sus penas.
Quizás sin saberlo, fue el precursor de una nueva industria. Ya en 1870, el café empezó a cotizar en bolsa y a utilizarse como moneda de cambio en los principales países productores como Colombia, Ecuador o Brasil.
Pero no fue hasta 1927 que en Colombia se estableció la “Federación Nacional de Cafeteros” con el fin de proteger los intereses de la industria cafetera nacional.
En su plantación de café orgánico, Don Leo nos explica con paciencia y la sabiduría que solo da la experiencia, que el “Café de Colombia” (que es una marca registrada) es de la variedad Arábico. Desde la floración a la cosecha transcurren entre 6 y 8 meses. Cada planta produce dos cosechas: la principal y la llamada “traviesa”, que equivale a un tercio de café de la primera.
Don Leo nos explica que el secreto del buen café radica en la combinación entre la altitud y la latitud del cultivo. La latitud apropiada para que la planta crezca y dé un buen café es muy estrecha, abarca la línea del Ecuador, y en Sudamérica, desde Brasil a Centroamérica. Por otro lado, la altitud del cultivo es lo que marca la mayor o menor amargura y acidez del café.
Un proceso artesanal
El café se recoge de forma manual, grano a grano cuando el fruto llamado “cereza” ha madurado. Se despulpa, se limpia y queda la semilla, que es el grano de café. Se descascarilla y se deja secar al sol. Esas mismas cáscaras se utilizarán después junto con la madera para hacer las brasas que tostarán el café. El grado de tostado hace que la intensidad de sabor varíe.
Además, la planta ha de cultivarse en semi-sombra, y el entorno ideal es una zona ya arbolada. Por eso la explotación de café es una de los más sostenibles ya que no se tala superficie arbolada para su cultivo sino que se mantiene. Se calcula que cada árbol da una cosecha de 1,5kg de café.
- El fruto del café, una vez maduro, se recolecta manualmente grano a grano —
- Los granos se descascarillan y se ponen a secar al Sol —
- Es importante seleccionar las diferentes calidades de granos antes del tostado —
- La visita a la finca de Don Leo acaba con una cata de su café orgánico
Seguimos conversando con Don Leo que recuerda con tristeza los años del conflicto armado cuando los narcotraficantes le obligaron a él, igual que a otros muchos cultivadores de café, a arrasar sus cafetales para cultivar planta de coca en su lugar. Como muchos otros campesinos, Don Leo fue amenazado por las FARC con reclutar de manera forzosa a su hijo si no acatase la orden.
En el comienzo de la pacificación del país, Don Leo decidió hace seis años volver a plantar café, y volver a lo que había hecho durante toda su vida. Pero la situación era muy distinta. Debido al gran incremento en la producción de otros países en todo el mundo y el gran volumen de producto que compran y mueven las grandes multinacionales, el precio del café se había desplomado y a los productores se les pagaba una miseria por su valiosa materia prima.
Este café se comercializa a través de entidades de comercio justo y, gracias a la compra de una bolsa de café Don Leo o de otros productores de café orgánico, el resultado repercute directamente en la economía del productor, evitando grandes intermediarios que monopolizan los precios y el mercado.
Ante esta situación, Don Leo ha decidido volver a los orígenes de un cultivo orgánico del café, en el que no se utilizan ni fertilizantes químicos ni pesticidas. Utiliza, por ejemplo, la propia pulpa del fruto como abono. El resultado es un café mucho más respetuoso con el medio ambiente, más sano y de mejor calidad, que puede vender por un precio mayor, aunque la producción también sea menor.
Consciente de esta problemática, el gobierno colombiano está cediendo campos a pequeños agricultores o cooperativas para el cultivo y la exportación de café orgánico, como forma de mejorar la economía del país y la calidad de su café. Aun así, las dificultades de subsistir a través del cultivo del café, hace que muchos agricultores estén cambiando sus cafetales por el cultivo más rentable de cacao o aguacate.
Una joya escondida en el eje cafetero
Hoy en día, visitar uno de los cafetales situados en el eje cafetero de Colombia es una experiencia que nos ayuda a conectar con la historia y la realidad de un país conocido a nivel mundial por su célebre café.
En el corazón de este eje cafetero, a tan solo 25 minutos del aeropuerto de Armenia, Hacienda Bambusa es una joya escondida, el casco de una plantación convertido en hotel boutique, rodeado de naturaleza y el lugar ideal desde donde conocer en coloridos Jeep Willys antiguos o a caballo las plantaciones de café y cacao de los alrededores, e incluso sobrevolarlas en globo.
En la visita no debe faltar una cata de café de la mano de expertos catadores que nos ayudarán a diferenciar todos los matices de intensidad, acidez y amargura de esta bebida originaria de Etiopía, donde se utilizaba por sus efectos tonificantes, y cuya primera referencia se remonta al s.XV.