El 12 de mayo de 1926 el explorador noruego Roald Amundsen sobrevoló por primera vez el Polo Norte a bordo del dirigible Norge, que aterrizó al día siguiente en Alaska. El dirigible lo pilotaba el italiano Umberto Nobile. Éste quiso repetir la experiencia al cabo de dos años a bordo del dirigible Italia, en una expedición que no tuvo éxito.
Muchos aviones y barcos partieron al rescate de la expedición italiana, entre ellos un hidroavión en el que viajaba Amundsen. Nobile fue hallado con vida, pero el hidroavión de Amundsen desapareció en el mar de Barents el 18 de junio de 1928 sin rastro del conocido explorador.
El 24 de julio de 1931 el dirigible Graf Zeppelin emprendió un vuelo de 11.000 kilómetros en una semana, que lo llevó hasta el círculo polar ártico que sobrevoló con el objetivo de realizar observaciones cartográficas pero tampoco llegó a aterrizar.
Casi un siglo después, la aventura épica de volar y aterrizar en el Polo Norte geográfico con un dirigible puede ser una realidad. Imagina partir desde Svalbard a bordo de un dirigible de última generación, pasar la noche a bordo mientras vuelas suave y silenciosamente y despertar y desayunar con espléndidas vistas a uno de los puntos más remotos del planeta. Y todo ello, en un vuelo sostenible, con un mínimo impacto de huella de carbono.
En España, Elefant Travel quiere hacer realidad ese sueño de la mano de la compañía sueca OceanSky. La agencia fletará el primer charter de España, en un dirigible hacia el Polo Norte en el año 2030. Su fundador, Gonzalo Gimeno, que viajará en ese primer vuelo español, ha sido nombrado “OceanSky Ambassador”, y su misión es la de difundir aquellos valores relacionados con un nuevo tipo de aviación sostenible y contribuir a que esta nueva industria sea muy pronto una realidad. Los viajeros de este exclusivo vuelo serán quienes diseñen el propio viaje haciendo que su contribución sea parte de una historia pionera.
Atrás quedaron los dirigibles rígidos de hace un siglo que utilizaban hidrógeno como combustible. OceanSky utilizará en su expedición al Polo Norte el Airlander 10, un dirigible ligero, relleno de helio no inflamable. La aeronave no necesita aeropuertos ya que puede aterrizar en cualquier lugar, incluso en agua, a una suave velocidad de 30km/h. Es la aeronave más grande del mundo, mide casi 100 metros de largo, y es impulsado por cuatro hélices con plena autonomía durante días.
Un dirigible de estas características está sujeto a la misma normativa de seguridad que cualquier avión de pasajeros. La fase más crítica de cualquier vuelo es el despegue y el aterrizaje. El Airlander aterrizará a 40km/h en lugar de los 230km/h habituales de un avión.
Además, será capaz de volar en una amplia gama de condiciones climáticas. Al igual que un avión, también podrá soportar temperaturas bajo cero extremas y condiciones de hielo. Ante un improbable fallo de todos los motores, el helio sustentaría en el aire la aeronave y se podría aterrizar en un descenso controlado. Además, también puede amerizar en el agua.
Este fascinante e icónico viaje pretende además aportar consciencia sobre la belleza y fragilidad de este ecosistema terrestre único que es el Ártico. El alcance de la banquisa ártica alcanza año tras año mínimos de récord. La superficie de hielo se ha reducido en un 40% de la existente en 1979. El hielo se derrite, lo que afecta no solo a su extensión sino también a su calidad. Al derretirse, aparece el agua del mar, que al ser oscura atrae más a los rayos del Sol, que a su vez siguen derritiendo mayores superficies de hielo.
Un estudio publicado en la revista Science demuestra que la pérdida de las banquisas árticas está directamente relacionada con los mayores niveles de dióxido de carbono en la atmósfera. El aumento de las temperaturas, las sequías e inundaciones más frecuentes y los fenómenos meteorológicos extremos son algunas de las posibles consecuencias de perder el efecto moderador que ejerce el Ártico sobre las temperaturas del planeta.
Los dirigibles pueden llegar a ser una alternativa a la aviación turística comercial creando una nueva forma de viajar, sostenible y no dependiente de aeropuertos.
Despegarás de Svalbard y podrás saborear un exclusivo menú inspirado en el Ártico y preparado a bordo por un prestigioso chef. Pasarás la noche en vuelo, alojado en unas confortables cabinas totalmente equipadas y aterrizarás por la mañana en el Polo Norte. Tras el aterrizaje, disfrutarás de una expedición ártica y regresarás a Svalbard de nuevo, pasando la noche a bordo del dirigible.
La góndola de pasajeros ha sido diseñada como un hotel de lujo en el cielo, con grandes ventanales panorámicos y todo el confort y comodidades. La cabina no está presurizada, lo que proporciona un ambiente tranquilo a bordo, sin turbulencias y con una velocidad de crucero lenta y a baja altura. Ideal para disfrutar al 100% del viaje y del paisaje.
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